jueves, 22 de octubre de 2009

Escritura Autobiográfica 2º parte

De amistad y de azulejos

Hace tiempo en un lejano y extraño lugar llamado Alejandría vivía una niña muy pobre llamada Jazmín. Esta niña era tan, pero tan pobre que no tenía un solo juguete, por eso los niños no quería jugar con ella.
Pero un día su ángel, al verla tan triste, le construyó una casa de azulejos azules con hermosos dibujos blancos. Pero Malena la niña más rica del lugar quería la casa de azulejos de Jazmín y por eso se la robó. Entonces la maldición del dios de la justicia calló sobre ella; cuando Malena jugaba en la casita una ráfaga gigantesca de viento, la arrastro al interior de la casita y los azulejos comenzaron a derrumbarse con ella a dentro.
_ Anto, no cuentes esa historia ¡es espantosa!- dijo Marcela.
_ Pero, de verdad, lo leí en un libro de " Cuentos difíciles de entender"
_ Dejate de hablar pavadas, y vamos a jugar.
_ Te cuento de verdad, ¿tenés miedo?
_ si, sabes que soy re miedosa. Dale anda a buscar los platos a la cocina, tené cuidado, que no te vea nadie.
_ Bueno ya voy.
Cuando llegó a la cocina, miró hacia el lugar de los platos y encontró unos azulejos azules con dibujos blancos los mismos del cuento.
_ Marcela... - llamó Antonella.
_ ¿Qué queres?- preguntó Marcela.
_ Vení a ver lo que encontré
_ ¿ Qué pasa?
_Mirá los azulejos azules del cuento.
_ ¿Cómo?
_ Mirá
_ ¿De dónde sacaste eso?- preguntó Marcela.
_ De ahí donde están los platos- dijo Antonella.
_ Ay Anto, dejá de inventar- no me asustes que me da escalofríos.
_ Enserio los encontré acá
_ Y que hacemos?- preguntó preocupada Marcela.
_ Llevemos los al patio- dijo entusiasmada Antonella.
_ Pongamos los arriba del césped, debajo del árbol de manzanas- dijo Marcela.
_ Bueno- respondió Antonella.
Cuando los pusimos debajo del árbol de manzanas, una luz blanca empezó a hacerse cada vez más grande, cuando la luz desapareció, detrás de ella se levantaba una hermosa y elegante casa de azulejos. Al instante escucharon una voz suave y ligeramente retraída que les preguntó:
_ ¿Puedo jugar con ustedes?
_ Sí- respondieron las niñas al unísono.
Las tres jugaron toda la tarde en la casita de azulejos y ustedes se preguntarán:
¿y los platos que Anto fue a buscar?, ¿Dónde pusieron la comidita?
Obviamente usarán los azulejos porque ha falta de amistad bueno son los azulejos.

FIN


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